La tragedia de mi vida
–dije una vez–,
fue encontrarte así vestida.
Me calzaste la punta de tus zapatos de taco alto
–talle cuarenta y tres–
en el culo,
mientras me escupías a gritos tu trastorno,
invocando tus desgracias,
tratando de callar esa voz interior.
Yo no entendía... era más chico que vos en ese entonces;
ahora no.
Tenías puesto un vestido rojo ajustado, me acuerdo,
desfigurada entre toda esa flacidez; el pelo mojado, los ojos pintados.
Tarareabas una canción de cabaret...
... y no sabías cantar, la verdad,
ni maquillarte.
Pero, ¡cómo me dolía el culo! Y el alma... un poquito nomás...
... ya sabés que estaba acostumbrado a que me decepciones.
Me acostumbré a no pedirte nada
–ni un beso–;
me acostumbré a tu silencio
(y el olor a muerto que llevabas en tu conciencia).
Y siempre me pregunté:
“¿Me vas a arrastrar a mí también, basura?”, pero
nunca me animé a decírtelo en la cara;
y verte llorar,
como vos me hacías llorar a mí.
Por eso... la tragedia de mi vida
–por esos días–
fue encontrarte así vestida.
Me quedé mirándote desde la ventana,
al otro lado del aire y luz de casa,
sin que te dieras cuenta.
Y me acuerdo todavía de tu cara
cuando abrí la puerta y te dije:
– ¡Papá, ¿qué carajo hacés?!
jueves, 30 de julio de 2009
A través tuyo
Hoy estoy sin ver...
... veo a través tuyo, mejor dicho.
(Mejor).
Pero no te veo,
mejor.
Si pudieras ver a través mío...
... arrastrándome por todos lados,
tratando de no hacer el ridículo… ¡bah!
Y me pasa que hoy te extraño.
Extraño tu risa,
aunque te reías de mí;
extraño tus ojos,
aunque nunca me miraron.
Extraño tu fuera de vos... porque es mi fuera de mí,
y seguro que tu mediocridad burguesa te fletó ya
hacia un montón de proyectos
para olvidarte de todo.
De que existís, después de todo.
De que existo, después de todo... después de vos.
La gracia no te hace falta... si te la vendieron,
te aseguro que te cagaron
o no te vieron a través mío... quizá.
Y hoy estoy ¡tan! fuera de mí.
Estoy en vos, mejor dicho.
(Mejor).
Y no te veo.
... veo a través tuyo, mejor dicho.
(Mejor).
Pero no te veo,
mejor.
Si pudieras ver a través mío...
... arrastrándome por todos lados,
tratando de no hacer el ridículo… ¡bah!
Y me pasa que hoy te extraño.
Extraño tu risa,
aunque te reías de mí;
extraño tus ojos,
aunque nunca me miraron.
Extraño tu fuera de vos... porque es mi fuera de mí,
y seguro que tu mediocridad burguesa te fletó ya
hacia un montón de proyectos
para olvidarte de todo.
De que existís, después de todo.
De que existo, después de todo... después de vos.
La gracia no te hace falta... si te la vendieron,
te aseguro que te cagaron
o no te vieron a través mío... quizá.
Y hoy estoy ¡tan! fuera de mí.
Estoy en vos, mejor dicho.
(Mejor).
Y no te veo.