El clima está raro, la gente está rara también.
Los chicos se divierten entre mundos de arena
con juegos que ya no podemos descifrar.
La gente asoma una esperanza pálida e ingenua
otros desean ver al fin todo estallar.
¡Nos vamos de acá, nena!
La nieve desapareció, hoy el sol nos quema...
... salgamos a bailar
bajo la lluvia ácida, mi amor.
El tiempo está loco, la gente está loca también...
miércoles, 21 de octubre de 2009
Bienvenida sea esta oscuridad
Creo haber visto, lo juro,
un ángel hoy...
... en puntas de pie, en la lluvia,
al borde de este abismo.
Piernas largas y esbeltas como las tuyas, bailando en el aire.
Cabellos dorados como el sol cayendo
mojados y desarreglados hasta sus pies.
Y sus labios, ¡Dios lo sabe!, ¡Irresistibles!,
como los tuyos también.
Extendió sus dedos de pétalos de rosa hacia mi.
Pero no estoy listo, sé que
no puedo saltar.
Ella respira. Respira en mi cuello.
Tal vez debiera saber que no soy un santo.
Rara vez creo haber sido siquiera justo.
Y últimamente no puedo evitar pensar en todas las personas
tras la sombra de mis errores.
Y aún así ella me sonríe.
Sonríe y respira.
Me siento un hombre muy leve hoy...
... de pie en el umbral entre el dolor y la asfixia.
Debo tener más fe, ella me dice,
mientras su pecho se abre hacia mi.
¿Deberé aprender a hacer todo de nuevo?
¿Estará ella ahí cuando deba hacerlo?
Creí ver a un ángel hoy
y eras vos,
bailando al borde del abismo.
Y desperté abrazado a tus caderas.
Bienvenida sea esta oscuridad entonces
a la que terror le tengo,
como un niño,
acaso si puedo ver tus ojos ahí.
Para luego desaparecer como el polvo
y yo me quedo paralizado, con el alma en los labios.
Enredado...
... entre telarañas de nervios y cicatrices,
pensamientos breves y punzantes
como navajas
que quieren despedazarme.
Creo haber visto, lo juro,
un ángel hoy...
... en puntas de pie, en mi terraza.
Bailando al borde de un abismo.
Extendió sus dedos hacia mi y clavó sus uñas como espinas
en mis entrañas...
... Tuve miedo al principio...
... Luego me besó y me ayudó a caer.
Cabellos dorados como el sol.
Aprendí a respirar sin aire a mi alrededor.
Rozo apenas su cuello.
Sus labios ahogan todos los sonidos.
Posando sus dedos de pétalos de rosa sobre mis ojos cansados,
me enseña a ver...
... que no existe algo completamente verdadero,
que nada tiene por qué tener sentido
y yo estoy en paz.
un ángel hoy...
... en puntas de pie, en la lluvia,
al borde de este abismo.
Piernas largas y esbeltas como las tuyas, bailando en el aire.
Cabellos dorados como el sol cayendo
mojados y desarreglados hasta sus pies.
Y sus labios, ¡Dios lo sabe!, ¡Irresistibles!,
como los tuyos también.
Extendió sus dedos de pétalos de rosa hacia mi.
Pero no estoy listo, sé que
no puedo saltar.
Ella respira. Respira en mi cuello.
Tal vez debiera saber que no soy un santo.
Rara vez creo haber sido siquiera justo.
Y últimamente no puedo evitar pensar en todas las personas
tras la sombra de mis errores.
Y aún así ella me sonríe.
Sonríe y respira.
Me siento un hombre muy leve hoy...
... de pie en el umbral entre el dolor y la asfixia.
Debo tener más fe, ella me dice,
mientras su pecho se abre hacia mi.
¿Deberé aprender a hacer todo de nuevo?
¿Estará ella ahí cuando deba hacerlo?
Creí ver a un ángel hoy
y eras vos,
bailando al borde del abismo.
Y desperté abrazado a tus caderas.
Bienvenida sea esta oscuridad entonces
a la que terror le tengo,
como un niño,
acaso si puedo ver tus ojos ahí.
Para luego desaparecer como el polvo
y yo me quedo paralizado, con el alma en los labios.
Enredado...
... entre telarañas de nervios y cicatrices,
pensamientos breves y punzantes
como navajas
que quieren despedazarme.
Creo haber visto, lo juro,
un ángel hoy...
... en puntas de pie, en mi terraza.
Bailando al borde de un abismo.
Extendió sus dedos hacia mi y clavó sus uñas como espinas
en mis entrañas...
... Tuve miedo al principio...
... Luego me besó y me ayudó a caer.
Cabellos dorados como el sol.
Aprendí a respirar sin aire a mi alrededor.
Rozo apenas su cuello.
Sus labios ahogan todos los sonidos.
Posando sus dedos de pétalos de rosa sobre mis ojos cansados,
me enseña a ver...
... que no existe algo completamente verdadero,
que nada tiene por qué tener sentido
y yo estoy en paz.