martes, 24 de agosto de 2010

Espejos (o una noche de verano)

¿Podés cantar una canción
en una lengua que no existe?
¿Podés decir...
... lo que dice el silencio?
Quizás debiera saber
por qué estoy tan cansado... desenfocado.
No me dejes más
solo entre mis sombras. Yo
no sé de estrategias.

No quiero pensar en filosas palabras
para escupirlas con exactitud.
Quiero sacarme este dolor de cabeza.

No quiero saber lo que necesito,
quiero presentirlo.

Si yo fuera tu espejo,
estaría a tus pies este planeta.

¿Podés acaso agotar
un agujero en este océano?
¿Podés cambiar...
... así como cambia el viento?
Tal vez quisiera saber
qué hay detrás de tu sonrisa... de tanta prisa.
No me dejes más
solo en este cuerpo. Yo
no sé de creencias.

Si yo fuera mi espejo,
sería el fin de este planeta.

lunes, 23 de agosto de 2010

Si


El hombre del siglo XXI está aprendiendo
que no conviene pensar en otra cosa más que en sí mismo.
Todo lo demás es contraproducente 
 y poco aconsejable. 
Al hombre del siglo XXI no le importa ser explotado,
sólo quiere ser rico,  
sin dejar de ser caritativo. 
El hombre del siglo XXI no comprende que
todo lo bello alguna vez fue feo.

El hombre del siglo XXI es politeísta.
El gobierno es dios… la policía es dios… 
su empresa es dios.
Y dios es compasivo pero te quiere
de rodillas.

La violencia genera violencia y parece ser un buen negocio.
El terrorismo de Estado es barato en Latino América.
La policía nunca sabe nada, pero siempre gana.
Y la caridad lava todas las culpas,
se perpetua un modelo.

Si el pensamiento iluminara nuestra más oscura naturaleza,
si nos atreviéramos a ir más allá de nuestra mente y nuestro cuerpo.
Si las ideas resonaran como los tambores,
si las palabras formaran cadenas.

Para el hombre del siglo XXI el arte es un objeto sin valor
a menos que alguien le ponga un precio.
El segundo objeto con menos valor es él mismo.
El hombre del siglo XXI no busca la sabiduría, ni la verdad…
… una verdad aunque sea, una utopía…
… sólo busca una erección de una hora y media
para acabar en cinco minutos de todas formas.
Busca la felicidad del consumo,
el consumo de la felicidad.
Al hombre del siglo XXI solo le enseñaron a apagar el fuego con fuego.
Su sensación más recurrente es el miedo…
… a lo que sea.
El hombre del siglo XXI quiere progresar, pero no sabe cómo.
Nadie sabe ya adónde va ese progreso.
La peor tragedia del hombre del siglo XXI es tener tiempo libre.
La estúpida búsqueda de la eterna juventud,
la inmadurez como un estilo de vida.
El hombre del siglo XXI no se informa,
especula sobre las especulaciones de otros sujetos.
No sabe lo que quiere tampoco
porque está ocupado pensando en lo que le quieren vender.
El hombre del siglo XXI no piensa…
… y no soporta que los demás piensen.
Se ofusca, se irrita…
… El hombre del siglo XXI ve en el otro una amenaza permanente.
Compite en el sexo, en el trabajo, en la escala social.
Ya no tiene alma, ni deseos…
… solamente es un empleo esclavo.
La sensación del alma o cualquier cosa que se le parezca
nos remite a nuestra propia finitud e intrascendencia… el horror.
Nos deja en un estado de melancolía peligroso y rebelde.
El hombre del siglo XXI no valora su vida…
… ni la del otro.

Si el pensamiento iluminara nuestra más oscura naturaleza,
si las ideas resonaran como los tambores,
si las palabras formaran cadenas.

El hombre del siglo XXI todavía no quiere entender
que las mujeres son tan humanas como él… y no son parte
de una especie diferente.
Mientras tanto ellas tratan de escapar
del estigma de ser un objeto o un accesorio
para algún día llegar a ser consideradas igual de vacías
e idiotas que el hombre del siglo XXI.

Te vas

Me senté al piano para al final entender…
… mis nervios son las cuerdas.

Tengo esta sensación
de que hay alguien atrapado dentro de mí
y quiere salir; quiero gritarlo.
Quiero decir que sí,
pero es un no, más grande que tus ojos verdes.

Y todo indica
que ya no hay comunicación con mi cerebro;
no puedo hilar un pensamiento.
Todo va girando hacía algún punto,
excepto yo… Y voy a

romper todas esas reglas
que ya me anunciaste… no sé cuántas veces.
Quiero que sepas… ¡que sigo vivo!
Voy a desatar todo mi instinto, sobre vos.
No me reconocerías,
Te encantaría…

Voy a
volver de vos en pedazos.
¿Vas a quedarte para juntarlos?

… Hacés lo que decís o ¿en qué va a terminar?
Hacés lo que decís o… te vas.
Te vas.