miércoles, 15 de diciembre de 2010

(sin título) #3

Soy un soldado de un ejército perdido
en una guerra que lleva TU nombre.
Soy el cómico de mala muerte y poca paga
del antro donde todos los hombres... llevan TATUADO TU SUDOR.
Soy ELVIS… agonizando en tu
inodoro de cristal.
Pero voy a captar tu atención…
… no más de DIEZ segundos.
Lo suficiente para desnudar el VACÍO de tu alma angustiada.
¿Sabés cuánta sangre puede bombear el corazón en ese tiempo?
Y ¿todas las veces que puede cambiar el VIENTO?

Soy ese loco parado debajo de la lluvia
mientras vos pasás corriendo… en tacos y empapada.
Soy un militante de tu SEXO,
un artista vivo y enterrado con una
hoja SIEMPRE EN BLANCO;
un idiota que te extraña.
Soy Marlon Brando… gordo y BORRACHO,
desmayado en el piso de la cocina de CADA UNO de tus días.

Soy el cristo ESTACADO en la estación
contemplándote mientras esperás ese tren que nunca LLEGA,
todos los días… soy esa araña
suspendida en el techo,
con sus ocho OJOS y sus ocho patas,
sobre TU cama…
… y no pienso dejarte DORMIR.
Y ahora tengo tu atención…
… en estos TREINTA segundos.
¿Sabés la temperatura a la que HIERVE la sangre en ese tiempo?
¿Las veces que puede golpearte el mismo rayo?
¿Las catástrofes que pueden desatarse?

Soy todo lo que vos sos INCAPAZ DE DAR,
soy tu peor INSOMNIO,
soy la sal de tus lágrimas… la VERDAD en tu risa.
Soy tu riñón ENFERMO, partiéndote del dolor.
Soy todo el dulce y espeso VENENO que habita en vos.
Y voy a captar tu atención…
… no más de DIEZ segundos.
Lo suficiente para desnudar el vacío de tu CUERPO CASTIGADO.

Soy un ERRANTE y ETERNO caminante,
ESCLAVO y ladrón,
de algún lugar y de NINGUNO,
viviendo HOY… y buscándote SIEMPRE.
Pero estoy simplemente cansado,
de verdad.
Ya no me quedan CADENAS por romper, ¿sabés?,
Y VOS NO TENÉS CORAZÓN PARA ROBAR.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Para Bella, con amor y sordidez * 1


* Tomé prestado el título de un cuento de J.D. Salinger. En un principio, pensaba hacer una especie de párrafo introductivo al relato, como suele hacer también este escritor. En todo caso, me pareció que cualquier cosa que intentara explicar sería insuficiente. Por eso, solamente me pareció adecuado parafrasear el título de este cuento suyo, y dejo que las interpretaciones corran por cuenta del lector, inclusive de la persona a quien está dedicado este relato.

Estás herido, hundido, en el sillón. No estás sentado, ni recostado. Simplemente abatido. Sentís cómo, de entre los pliegues por donde te estás escurriendo lentamente, se abre paso un agujero negro que con calma empieza a devorarte. Apenas podés respirar. El corazón se queja y te estrangula el pecho. Te quema la garganta. No podés moverte. Estás entumecido de los pies a la cabeza. Tu alma se está cagando de risa de vos, mientras hace unos ademanes con las manos que no lográs descifrar, a un millón de años luz desde algún lugar del infinito.  
No podés sentir nada. Solamente un feroz y violento ardor en el pecho. No pasa nada. Estás a punto de dormir una larga, larga siesta, pensás. Estás completamente tieso, hasta en la pija. Justo ahora. Y bueno, dicen que el sexo y el miedo a la muerte son las dos pulsiones primarias de la vida. Y están en lo correcto, decís. ¿Nunca les pasó? 
Fue una noche jodida. No pudiste dormir. Seguiste tomando, entonces. Lo que sea que encontraras. Cerveza, nafta, vino, ron, ginebra, veneno para ratas. Daba lo mismo. Vomitaste un par de veces, esperaste que las manos te dejaran de temblar y volviste a aferrarte a alguna botella, mientras prendías un cigarrillo o un porro. Lo que fuera. Eso era lo de menos. Simplemente querías olvidarte que no podías pegar un ojo. Y es increíble todo de lo que uno es capaz, para bien o para mal, cuando el sueño es un capricho histérico que no se quiere dejar seducir. Es un estado verdaderamente trascendental, si uno lo sabe aprovechar.
Y ahora estás arrojado a tu suerte, pudriéndote en el sillón. No podés recordar ni lo que hiciste hace apenas unas horas, unos minutos. Pero sabés muy bien que hay algo que está mal. Algo se rompe. Y sos vos. Querés llamar a tus amigos para saber qué pasó. Si algo tuvo alguna gracia. Tenés el teléfono a un costado, sobre una mesilla, a la izquierda del sillón. No podés ni pensar en discar, la verdad. O inclinarte. Y están todos durmiendo, probablemente. Sos el único imbécil despierto en toda la ciudad. En un estado de trance, mientras tu alma se sigue cagando de risa. Y cuando empezás a pensar en cojerte a una caja de cigarrillos vacía, o tirarte desnudo, así como estás, desde el balcón hacia la nada misma, ya cruzaste una línea de la que no se puede volver.
Entonces… pensás en hacerte una paja. Pero, en realidad, no podés pensar absolutamente en nada. Sólo podés imaginarte tus pulmones completamente negros, tu hígado seco y contraído. Y tu corazón simplemente quiere reventar de una buena vez. Sólo podés sentir tu propia rigidez y excitación. Y no podés hacer nada para sosegarte.
En serio. ¿Nunca les pasó?
Algún día que tomaron la pastilla equivocada, o las tomaron todas, o se pasaron de tragos, una noche, y otra noche y otra noche… 
… La gente te empieza a mirar asustada, realmente asustada. Y vos pensás que estás flotando cuando en realidad apenas estás gateando. Y ya ni te das cuenta cómo te mira la gente. Ya no hay caras, ni luces, ni paredes, ni sillas. Es todo un montón de manchas negras y rojas. ¿Nunca tomaron merca hasta sentir que eran una especie de semidiós con la simple misión de hacer cagar a todo el mundo? ¿Nunca fumaron marihuana hasta sentir que los huesos del cuerpo se desintegraron y los músculos son planchas de hierro? ¿O prendieron más cigarrillos que las veces que abrieron la boca para respirar?
Y bueno, la verdad es que estás arrinconado, hermano, acovachado, en el sillón. Y ya no podés engañarte ni a vos mismo. Es una instancia reveladora. Estás temblando de frío y son las once de la mañana de un día despejado de diciembre. Querés pensar en otra cosa. No se te ocurre nada. Y tu alma, esa puta socarrona, ahora está en silencio. Un silencio que te atraviesa la sien. Está esperando el momento justo para dispararte algunas horribles verdades que inconscientemente siempre supiste.

Para Bella, con amor y sordidez 2


Empezás a preguntarte dónde se metió toda la gente que dice quererte en un momento tan nauseabundo y sublime como éste. Por qué nadie te llama. Si. Están haciendo sus vidas. Están todos trabajando, o durmiendo, o cojiendo, felices, o no. Con sus propios quilombos. Y vos no podés ni enfocar la vista. Podés ser tan egoísta como para no entenderlo, pero tu soledad y tu desesperación lo tienen que aceptar de todas formas. Intentás hacer toda clase de gestos y muecas, te retorcés, intentás arrodillarte para rezar, puteás. Y todavía tu corazón parece un chicle viejo, y tus pulmones tienen el tamaño de una nuez, y todo tu cuerpo quiere nada más cagarse encima para terminar por fin con todo esto.
Empezás a llorar, entonces. Sabés por qué, quizás, pero no querés razonarlo. Y tampoco podés evadir de tu cabeza que tenés la pija tan dura y roja y caliente como una enorme brasa de carbón. Y te ponés a pensar en las mujeres que pasaron a través tuyo. En todas. O casi todas. Pobres. Pensás algunos detalles. Alguna mueca, los ojos, las bocas, la forma de moverse, la forma de tocarte. Sus cuerpos, los olores. Si te gustaba chuparles la concha. Si lo único que querías era romperles el culo. Si te gustaba cómo te tocaban. Y eso no ayuda para nada. Y te das cuenta que ya ninguna se acuerda de vos. Y, ¡mierda!, siempre es una forrada comprender eso. Es peor que el abismo que te espera. Ninguna de ellas se molesta en preguntarse si todavía seguís vivo. O si estás muriéndote solo y desnudo en el sillón de tu casa. Es difícil imaginar eso, para ser justos. No tienen por qué hacerlo de todas formas. Las que estaban perdidamente enamoradas de vos, seguramente, ya encontraron a alguien mejor. Y las que no pudieron comprender lo perdido que estabas en ellas, fue porque estaban buscando a alguien mejor. Y tus hermanas, o tu vieja. Y las putas. Y las minas que te pasaste por la pija como si estuvieras marcando la tarjeta del trabajo. Y a las que no se les movió un pelo de la concha mientras te las cojías. Y tu alma ya no te quiere ni mirar. Y eso no puede ser bueno.
Y qué hiciste vos para merecer algo de lo que te dieron o de lo que no quisieron darte. No mucho, probablemente. Y, de repente, cerrás los ojos. Todo es blanco. Y desde ese mismo infinito luminoso y cegador, empezás a merodear el contorno del cuerpo de alguna de esas que hasta el día de hoy no pudiste olvidar. O, que cada tanto, volvés a recordar, obsesivo. Empezás a llenar los espacios con lo que te acordás de ella. La vestís. Le arrancás la ropa después. Esa que te volvió loco y te hizo caminar dormido y soñar con cosas que ya ni sabías si habían sucedido o no. Esa por la que diste hasta lo que no había de vos y te hizo sentir como un nene estúpido e impotente. ¡Que se joda! Le deseás lo peor. Aunque sabés que no. Querés llamarla. Decirle que te estás muriendo, que nunca la dejaste de querer y que todo esto es su culpa. Desde un principio lo fue. Y, en realidad, sabés que ninguna de esas cosas es verdad. Ninguna. Y ahora te dan ganas de tirarte encima de esa caja de puchos. Y no podés moverte. Y si tuvieras cerca una licuadora, meterías la pija ahí adentro y la prenderías para que todo esto termine.
Sí. Fue una noche jodida. Empezaste a fumar desde que te levantaste. Como siempre. No almorzaste. Pero para esa hora ya venías tomando hace rato. Vienen las fiestas y siempre todo es tan deprimente. La gente, las calles, los negocios. Llamaste a algunos amigos. Seguiste tomando. Tragaste tu dosis de clonazepán diaria. Seguiste tomando. Cuando llegaron tus amigos todo ya era manchas y ruido. Pero ellos ya se acostumbraron a eso. Y vos también. Estabas aturdido, pero te sentías bien todavía. Hicieron un par de líneas hasta que te quedaste limando solo. Vomitaste, te lavaste los dientes, y salieron. A algún lugar. Cualquiera. Daba lo mismo para vos. Bailaste un poco, hablaste poco, tiraste algunos besos, hasta que pudiste llevarte alguna mina al baño y le comiste la concha arriba de un inodoro sucio. Te la chupó. Ni te diste cuenta. Y después no sabías ni cómo ponerte el forro. Te tiró algunos muchos insultos mientras vos la mirabas sin entender nada y se fue. La puerta del baño te golpeó la cara y quedaste casi desmayado. Arrodillado en el inodoro, con los pantalones bajos y la pija ardiéndote, en el baño de mujeres. No te quedaba otra que hacerte una paja ahí mismo. Y todo hubiera salido perfectamente bien si no fuera porque dos gordos de seguridad te agarraron de los pelos, te tiraron al piso, te pegaron varias patadas en los huevos, te subieron los pantalones y te tiraron a la calle. Tus amigos seguían adentro. Los dejaste ahí y ellos te dejaron a vos. Volviste a tu casa de alguna forma y te desarmaste sobre la cama. Pero no hay caso, esta vez. No. No podías dormir.

Para Bella, con amor y sordidez 3


Te serviste un trago, después otro, y otro. Un porro. Otro más.
Y ahora estás ahí. Liquidado.
Y qué es lo que lograste en definitiva alguna vez, te preguntás, mientras seguís en el sillón, con una mano en el pecho, tratando de aplastar todo ese dolor que sentís, y la otra en la pija, frotándote para acabar de una puta vez. ¿Alcanzaste alguna meta u objetivo importante en tu vida? Tenés un par de muebles, algunas canciones en la cabeza y un montón de poesías desparramadas por el piso. Y eso, ¿a dónde te llevó? ¿Alguna vez quisiste llegar a algún lado? ¿Quisiste llegar a donde estás ahora? ¡Mierda! No vas a poder acabar pensando todo esto. Tenés un trabajo de mierda y rutinario con el que apenas te alcanza para sobrevivir. Y qué más necesitás de todos modos. Todo es rutinario. La vida misma lo es. Pero, en definitiva, ¿lo querés eso? Seguro que no. Pero ya es muy tarde para cambiar algo. Ya estás viejo y flojo. Y te estás muriendo.
Tu alma está gritando ahora.
Ese grito resuena en todo tu cuerpo. Te resquebraja los huesos.
Te seca los órganos.
Y todo se reduce a eso en la vida, te decís a vos mismo. Como si fuera algo bueno. Como si hubieras tenido alguna especie de revelación por lo menos. El sexo y el miedo a la muerte. No importa si sos el presidente de China o si vivís debajo de una autopista. Seas hombre o mujer. Un intelectual o un imbécil. Feo o lindo, gordo, flaco. Buena o mala persona. Te hayas cagado en todo o no. Todo se reduce a eso. Sexo. La muerte va a llegar, así que quedate tranquilo. No sirve de nada tenerle miedo, ¿sabés? Sexo. ¿Y el amor? Podría ser. Es un concepto cultural más. No es imprescindible, la verdad. Y estás empezando a pensar que se relaciona más con el miedo a la muerte que con el sexo.
Se te empiezan a cerrar los párpados.
Te sentís pesado y gomoso.
No podés dejar de pensar en ella. 
La desvestís otra vez. Siempre con una sonrisa.
No vas a acabar.
Tu alma cae ahora estrepitosamente. Desde algún lugar del infinito.
No tenés más fuerzas ni ganas de vomitar. Son las cuatro de la tarde ya. El teléfono no sonó nunca. Estás todo sudado, completamente agotado, y seguís temblando. El sillón ya te tragó y te escupió varias veces. Pero ahora te mece y nada más.
Empezás a escuchar algo parecido a una música en tu cabeza.
Cerrás los ojos. Tu alma está llorando ahora.
No te vas a morir. Te das cuenta. 
Simplemente te estás quedando dormido.
Tu alma besa el suelo empapado en tu propio vómito y se te mete por el culo, buscando algún lugar de tu cuerpo que todavía no se haya caído a pedazos para descansar unas horas.
Cuando te despiertes te vas a sentir de lo peor. Y nada va a haber cambiado. Y tenés el presentimiento de que mañana va a ser una noche jodida también.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Una poesía muy mal escrita

Ella siempre se toma el tren,
y se baja cerca de un cementerio;
después toma el subte, que va a otro cementerio...
... y a veces se dice:
"está bien, nadie puede llegar más lejos".
Todos los días, hace la misma rutina,
las mismas estaciones, los mismos horarios,
las mismas miradas,
los mismos títulos en el diario.
Y no es el cansancio, en realidad...
si no que ya
no percibe el movimiento de nada.
Esas mismas miradas,
desnudándola
en sueños cansados
que se evaporan en el vaho que quema en el aire
que nace de los huesos,
y no se les ocurre que esa chiquita que los tortura
tiernamente en todos sus letargos,
tal vez podría ser su hija...
... pero es nada más que una puta.
Y, quizá, fuera mejor así
si ella fuera su hija,
porque si no, no podrían pagarle.
Y ella también está cansada de decepcionarlos
en todas sus fantasías.
Y todos esos pensamientos la penetran y calan
hasta lo más hondo de su alma.
Y mientras camina por la estación, no puede evitar
sentir ese deseo de que un día algo pase
y, por fin, todo ese lugar estalle...
... y la eleve,
la arroje
fuera de ella misma y saber,
en definitiva, si el viento grita su nombre.
Y nunca más tener que ver
a ese viejo arrastrarse
por las escaleras mientras piensa:
"está bien, no es para tanto,
solamente unos peldaños;
ya es el mediodía y el sol está amenazando.
Tal vez hoy, me sonría la suerte;
un peldaño más
y después viene la muerte".

Por la mañana tuvo un cliente
que en un esfuerzo insoportable le descarga
todas sus frustraciones y su brutal impotencia,
para pagarle con acciones
porque su viejo es dueño de una gran empresa
que un de estos días, Dios sabe,
va a llevar su nombre.
Cuando aprenda el olor que tiene la sangre
y entienda la fiebre que despierta el dinero,
mientras su madre pasa
las tardes tirada
con una copa llena de pastillas
y las persianas bajas,
pensando que tal vez fue una buena ama de casa
cuando lo único que alguna vez
hizo bien en su casa
fue cogerse a otros tipos.

Y, en el fondo, él puede presentir
que pronto va a verse
envuelto en un trágico accidente
por ser tan perfectamente inútil;
mientras a mí, mi viejo...
... nunca me dijo
que iba a ser presidente de nada,
y hace tanto que no le hablo que ha de
estar contando
a todas las personas que lo quieren
para enterarse, al final, si fue buena gente.
Y, últimamente, no puedo
callar esa voz que me grita
que tengo que alcanzar ese último arte
sin saber ni siquiera
lo que eso significa... para transformar
esta angustia
de querer ser más grande
que la vida misma.

Y yo realmente no creo estar hecho
para llenar ningún vacío,
pero ella tiene libre la mañana y yo necesito,
tal vez, relajarme...
... El pobre chico no pudo ni pestañear
antes que el tren lo pasara por arriba.
Hubo un lindo, pintoresco funeral
lleno de gente escalofriante,
que apenas si podían
dominarse a ellos mismos...
... si en sus cuellos y manos
todos olían a sangre.
Y no tardaron en atropellarse
para tener la primicia.
Y el mundo pudo ver en vivo... el suicidio de la madre.

Ella es buena y me deja
descargar en este esfuerzo... tal vez patético
y algo cruel de mi parte
toda esta discapacidad emocional,
a cambio de algunas historias y pocas palabras.
Jugamos un poco y después prende
un cigarrillo, me cuenta
que se llama Abril pero cumple en enero
y yo la invito a mi casa
un día de alguno de estos años nuevos.
Su viejo era un general que murió solo en España
y ella se olvidó de rezar,
como también de los besos.
Me pide que le traiga
alguna de las cosas que escribo
y le di una poesía que debió ser un cuento
o una poesía que está muy mal escrita...
... pero a ella le gusta,
y me dice que esa chica se parece a ella, pero más triste.
Y el chico no está muerto,
si no que está trabajando para el tío.
Y que yo estoy
nada más que confundido.
Pero, de todas formas, quiere saber
cómo termina la historia.
Si esa chica todavía
quiere ver todo derrumbarse a su paso...
... si es verdad que un padre puede matar a su hijo,
o si el viejo, al final, subió la escalera.
Y me dice que lamenta
que mi viejo no fuera un buen padre
y yo lamento también... nunca haber sido un buen hijo.
Y hoy estoy decidido a terminar de contarle
que la belleza no siempre es feliz ni desgarrante.
Simplemente es... y eso la hace tan intensa.
Y que lo único seguro que existe en la vida, es la muerte.
Subo al taxi y, con calma,
le indico las calles.
tomo el diario y leo:
"diecisiete de julio, viernes...
... Estación Lacroze se cayó a pedazos".

La Barbie Infiernos

La barbie no se quiere dormir
y nos desvela con una risa boba.
Nadie sabe si no sabe reír o no... entiende 
las bromas.

La barbie nunca apuesta a tu fin
pero siempre le sobra media hora.
Un dulce amargo como pocos vi…
… que te secan la boca.

Cuando la ves bailar, no la ves llorar.
Barbie se piensa que todos le creemos
ese blondo de agua oxigenada,
para hacerse la 
rubia histérica, seca,
una pendeja perdida... en el amor.

Sus curvas son trapecios,
sus tacones levantan infiernos.
Primero te ama y, después,
te cuento:

La barbie no me quiere dormir... la mona,
pero se excita mientras me acosa.
Los diarios pagan por sus fotos desnuda...
... bajo la rueda de un tren.

Mientras la ves bailar, llora tu historia.
Barbie se piensa que todos le creemos
esas historias de gata letrada,
para hacerse la mantis, cruzada...
 ... que nunca acaba.

Tu musa te desayuna en el balcón.

martes, 2 de noviembre de 2010

(sin título) #2

Todos saben muy bien que todo pasa… por otro lado…
… y vivimos tropezando, buscando algún atajo.
Creo que todos saben que algo en el aire está raro
y todos tienen miedo de ser señalados.
Creo que nadie sabe realmente cuándo acaba una guerra
pero lo que todos saben es quién va a perderla.
Creo que no hay arma más letal en este mundo que el dinero
y sos demasiado orgullosa para admitir que es cierto.
Y en alguna noche de frío, habrás despellejado algún que otro perro
pero a fin de cuentas, siempre vas a ser un cordero.
Todos creen que sos fiel, excepto por una o dos veces al día
pero yo sé que apenas podés serte fiel a vos misma.
Creo que ya no hay lugar para nadie más en este entierro
y, la verdad, no estoy seguro que alguien sepa quién es el muerto.
La gente se amontona y eso atrae más gente
y todos se alegran de vivir en la vereda de enfrente.
Y la vida parece muy pintoresca sólo en algunas pocas canciones
pero yo duermo en un rincón donde no habitan las pasiones.
Y aunque permito que la angustia a veces acorrale a mis pensamientos,
quedate tranquila, es sólo un juego… para saber si no estoy muerto.
Tal vez seas realmente preciosa y hoy sea sincera tu sonrisa,
pero yo te conocí cuando decías que nadie te quería.
Tal vez te aprovechaste… o fui yo el que se precipitó a todo esto
y todavía no decidí si será un buen o mal recuerdo.
Todos saben que en este lugar no hay ni una salida de emergencia.
Tarde o temprano, todos vamos a pisarnos las cabezas.
Nos estamos matando, el uno al otro, desde hace más de dos mil años
y vos jurás que no disparaste y yo que intenté evitarlo.
Creo que estamos viviendo en tiempos demasiado violentos.
A nadie le interesa nadie y somos todos ajenos.
Creo que todos saben que las cartas ya están marcadas
pero todos creen tener un as bajo su manga.
Y todos saben que la soledad es una situación desesperante.
Yo soy cuatro personas… y eso no lo hace más fácil.
Y aunque parezca que estoy aburrido, nada más estoy vacío.
Tal vez eso ya no es un problema, al menos no es mío.
Creo que en realidad nada es verdaderamente cierto.
Excepto alguna vez que te dije que te quiero.
Con el alma en los labios, guardo un beso que te debo…
… donde más te guste… donde más necesites quererlo.
Creo que todo estaba muy bien justo antes de conocernos.
Vos gritabas que eras libre y yo todavía no te creo.
Tal vez no me merecés… o quizá yo no te merezco…
… o sólo fue un momento extraño para que nos encontremos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

El Tornado


Desde la lejanía, tan sólo intuyéndote,
ya puedo percibir una inquietante belleza en vos,
que me resulta cautivante,
parece enajenarme.
Te vas a ir acercando, lo sé… tomándote tu tiempo,
imperiosamente, inabarcable.
Y no tengo miedo, no…
… todo esto resulta hoy inevitable.

Tal vez te arrojes a un ritmo lento, sensual.
Tal vez quieras que todo acabe rápido,
pero siempre habrá de ser a tu modo… a todo o nada…
… sin dar tregua.
Nada permanece a tu paso. Consumiendo
cada cosa que te toca, ensombreciendo todo lo que se refleja en vos.
Y aún así, con una gracia…
… violenta.

No hay lugar que de refugio… aunque no trato de esconderme…
… Voy a aguantar cada una de tus embestidas,
aunque deshagas hasta mi espíritu.

Y no entiendo qué has venido buscando,
con esa inmensurable energía, en tus revoluciones internas,
cuando en realidad nada parece haber cambiado.
Qué es lo que querés,
inmóvil, etérea, en medio de esta tormenta eléctrica…
… ¿tan solo ver todo caer a tus pies?

Sos impredecible… y es tan excitante.
Es tan desgastante, pero quiero más…
… Hoy has vuelto a encontrarme... voy a clavar
la carne a mis huesos.
Tal vez así no puedas arrancarla…
… va a ser divertido…

… Mientras siento tu presencia cada vez más cerca de mí,
realmente no puedo ni intentar preocuparme.
Las marejadas de viento y borrasca golpean, inciertas y febriles,
despedazan hasta los pensamientos.
Para luego alejarte… mientras yo resisto, entero casi…
… precipitándome hacia el caos,
con las marcas de esta suerte en todo mi ser.

No hay forma de que te detengas… salvo en tu propio desenfado.
Tal vez vos descansás… pero no hay descanso.

lunes, 18 de octubre de 2010

Cecilia

Cecilia, va y viene en mi mente
con vicios caros y rostros diferentes...
... pero nunca es igual,
no, nunca es igual.
¿Cómo vas y cómo irán los años
de esta historia que todavía está en blanco?
A veces, ¿no sentís... que algo se te va a partir?
¿Cómo se ve el mundo después de tu viejo,
todavía te queda en pie algún sueño?
Y no sé... qué vas a hacer...
... son nueve años después
-es demasiado-.
Yo quería ser actor y estar con vos...
... No te preocupés.

Cecilia, me debe su inociencia
y yo le debo un par de notas y regalos.
Y, ¿ves?, que ya no es igual.
Si me dejaste en el ojo de la tormenta
que iba a lavar el barro que había en tus venas.
Dejar todo... lo que eras...
... no tiene precio.
Y alguien te sopló que no te merezco, cuando
estabas en edad de merecerlo.

Cecilia enamoró a la dicha, dicen sus ojos...
... y la muerte le regaló su sonrisa.
Pero no entiende, el escenario de la vida:
-es más dura la caída, Cecilia-.
Y, ¿no lo ves?, nunca vas a poder... dejar de ser...
... Cecilia.

Luego, entonces... quizás...

Podés desgarrar mis brazos y piernas...
... ya ves, de todos modos, solo... sienten pereza.
Podés abrir y desmenuzar mi cabeza, sabés...
... solo puede... traerte problemas.
Mis ojos siempre estarán sobre tus hombros,
mis labios no quieren pronunciarse... nunca más...
... ¿Podés darme algo por siempre nuevo,
que me estremezca cada vez que lo siento?
¿Podés darme algo realmente único?
Algo que trascienda todo en este mundo...
... Dame ojos de caleidoscopio,
dame amor... pero sin plomo.
Luego, entonces... quizás... podría amarte.

Podés abrir mi pecho por la mitad...
... sólo hay cenizas y humedad, podés...
... exprimir de una vez mi sexo.
No va rechazarte, pero no sabe desear.
Mi cuerpo está cansado de todo este peso,
mi mente adivina tus pensamientos...
... tus movimientos.
¿Podés romper los hilos que nos sostienen
y llevarme a donde nadie puede?
¿Podés darme una fe irrefutable?
Por esta noche, no quisiera intoxicarme...
... Dame fuego y agua en tus manos,
dame algo vivo que no esté contaminado.

Luego, entonces... quizás... podría amarte.

Puedo darte todo a cambio de nada,
si vos podés abandonarte a esa suerte...
... también... y aun si así, no lo creyera
me sobra el tiempo para convencerla.

martes, 12 de octubre de 2010

Una niña perdida (... y mis entrañas temblando)

I. Está perdida, señorita
      y no le asusta.
¿Seguirá su cuerpo, atrapado
      en la mente de una niña,
aún si encuentra lo que busca?

II. Aún si estas aguas te abrazaran
      y sus olas, más te elevaran.
Saber no podría; tu cuerpo, ya en la cima.
      Mar adentro,
      sólo traga.
Aún si despertaras con el sol en tu frente
y nunca más, las estrellas altivas
      coronaran tu miseria.
Saber debería; tu alma, vana y hambrienta…
… no habrá nada tan oscuro
      como el resto de tus días.
Aún si pudieras quemar despacio tu esencia
sin ansia y sin pasiones
      y los pétalos de tus días nunca tocaran la tierra.
No podría yo tocarte,
     no estarías conmigo…
… no estarías perdida.
Aún si clamara desesperada tu nombre
alguna bestia desfallecida,
     abandonada a tus pies.
Saber no podría; tu corazón, lánguido y torpe
      que no quieres su abrigo,
      tan sólo su piel.

III. Aún si escucharas mis vísceras temblando
cuando estás ausente o hay duda en tus ojos,
      no comprenderías el significado de haberte encontrado
perdida en mi suerte,
      abandonada a mi nombre.

IV. Está perdida, señorita
      y ahora le asusta.
¿Se dará cuenta por sí misma
      que su verdadera grima,
está en encontrar lo que cree que busca?

V. Te das cuenta, los poetas viven prendidos
a un mundo imaginario
      haciendo la obsesión de un capricho.
Sabés, los filósofos son nada más que hombres desesperados
      que no saben de fe más que la que ellos han escrito.
Notarás que los hombres pasan casi toda su vida
encerrados en una cárcel
      por ellos mismos construida.
Sabés, mujer, aún sos un misterio porque
      de otro modo, no nos interesarías.

VI. Estoy perdido, señorita… y es claro
      me asusta.
¿Seguirá mi mente atrapada
      en tu cuerpo, niña?
Aún si mi sed no cede con
      todo aquello que busca.

A un millón de años luz de acá

Quisiera llevarte en un barco,
que flota entre la niebla y mis propios delirios por el espacio,
a un millón de años luz de acá.
Un barco enorme, gigante, para nosotros dos,
con unas alas de metal,
una cúpula transparente de plástico,
y muchas velas, farolas y arbolitos de todos los colores,
iluminando toda la inmensa oscuridad que atravesamos.
Por alguna especie de romanticismo;
para crear la ilusión de que nunca nos fuimos...
… pero sabiendo que ya nunca vamos a volver.
Quiero llevarte a un millón de años luz de acá.
A un lugar majestuoso, único, silencioso.
Vamos a ser los primeros y los últimos seres que pisen su suelo.
Y, al llegar, te voy a pedir que te quedes conmigo;
claro, vos no vas a tener otra opción.
      “Y, ¿qué vamos a comer?”, me preguntás.
“Tal vez haya algunos vegetales o pasto 
      o plantas carnívoras en ese lugar,
algún que otro bicho… no sé... podríamos ser caníbales también”.
Entonces no seríamos los primeros en pisar ese suelo, me decís
      nada más que para arruinar esta fantasía que intento hacerte ver.
“Pero ellos ya nacieron ahí, es diferente…”, agrego
      sin dudar en el sentido de lo que dije,
      “… además, ¿vos llamarías mentiroso a un caníbal?”
No es gracioso.
No tengo hambre tampoco.
Quiero estar solo… en tu cama,
mirándote dormir.
“Extrañaría el olor a lluvia”, decís.
“Te lo podés llevar con vos,
      te va a seguir a donde sea que vayas.
Todo va a oler a lo que vos quieras”.
No me creés.
No importa. Yo no creo en los olores.
Lo único que quiero ahora es volverme una
gota de agua
cayendo desde el cielo,
aterrizando sobre tu cuerpo,
rodando lentamente;
acechándote; buscando un hueco, un camino
hasta lo más profundo de tu ser…
… que me transpires,
caer al piso con pereza, insensible,
evaporarme
y tocarte de nuevo.
Todo lo que quiero en este instante que remontamos en tu auto
es que no saques las manos del volante
y sigas deslizándolas con ese ritmo sensual,
con esa paz con la que ponés todo bajo tu control.
Yo no intento hablarte siquiera…
… te miro en silencio,
le ruego a tu alma callado que nunca pises el freno.
Miro alrededor. No sé dónde estamos…
… o de dónde salió todo este lugar; todas las casas, todo el barrio…
… todo tan parecido a todo lo que creemos conocer,
las ventanas, los jardines, las calles, las rejas.
“Mejor vamos a mi casa”, te digo.
“¿Podés señalarme con seguridad, sin dudarlo,
sin que te tiemblen las manos o el cuerpo,
el punto exacto donde realmente queda eso?”, me respondés.
¡Ja! Es cierto.

domingo, 10 de octubre de 2010

Uno

Todo está mejorando, o ¿te sentís igual?
Sería más fácil para vos ahora...
... tenés alguien a quien culpar. Dijiste...
... Un amor, una vida,
cuando la necesidad es una en la noche.
Un amor, que logramos compartirlo,
te deja si no te preocupás por él.

¿Acaso te decepcioné?
¿Dejé un mal sabor en tu boca?
Actuás como si no supieras lo que es el amor
y ahora querés dejarme sin éste.
Y bien es muy tarde esta noche
para arrastrar el pasado hacia la luz.
Somos uno, pero no somos iguales.
Logramos acompañarnos el uno al otro,
acompañarnos el uno al otro.

¿Viniste a pedir que te perdone?
¿Viniste a desenterrar a los muertos?
¿Viniste a jugar a ser Jesús...
... con los leprosos que hay en tu cabeza?

¿Te pedí demasiado? ¡Mucho más que eso!
Me diste nada y ahora... es todo lo que tengo.
Somos uno, pero no somos iguales.
Logramos herirnos el uno al otro y lo hemos
hecho de vuelta.

Dijiste que el amor era un templo,
el amor es una ley suprema.
Quisiste que entrara para ahora querés que me arrastre.
Y no puedo estar esperando, cuando todo
lo que tenés para dar son heridas...
... Un amor, una sangre, una vida.
Debés hacer lo que debas.
Una vida, el uno con el otro. Hermanas, hermanos.
Una vida, pero no somos iguales.
Logramos acompañarnos el uno al otro.
Acompañarnos el uno al otro.
Uno.

Karma Instantáneo

John Lennon (1940-1980)


El karma instantáneo va a alcanzarte;
un golpe directo a la cabeza.
Sería mejor que te dominaras...
... pronto vas a estar muerto.
¿En qué carajo estás pensando?,
al reírtele en la cara al amor.
¿Qué es entonces lo que vas a hacer?
Depende de vos... sólo vos.

El karma instantáneo va a alcanzarte;
una mirada directa a los ojos.
Sería mejor que te dominaras, querida...
... y te unas a la raza humana.
¿Cómo carajo vas a poder verlo?
Si te reís de tontos como yo.
¿Quién carajo te creés que sos?
¿Una super estrella?
Y si así fuera, ¿qué?

Porque todos nosotros brillamos,
como la luna, las estrellas y el sol.
Todos brillamos,
todos y cada uno.

El karma instantáneo va a alcanzarte;
un derrumbe directo a tus pies.
Sería mejor que reconozcas a tus hermanos...
... a cada uno que te encuentres.
¿Por qué carajo estamos acá?
Seguramente no para vivir sufriendo y aterrorizados.
¿Cómo es que estabas ahí?
Si estás en todos lados... vení
a buscar lo que es tuyo.

Porque todos nosotros brillamos,
como la luna, las estrellas y el sol.
Todos brillamos,
todos y cada uno.

La familia, la propiedad privada y el amor

Excelente canción del compositor cubano, Silvio Rodriguez. 
La poesía habla por sí misma.

El derrumbe de un sueño,
algo ha hallado pasando... resultabas ser tú.
Una esponja sin dueño,
un silbido buscando... resultaba ser yo.

Cuando se hallan dos balas
sobre un campo de guerra,
algo debe ocurrir ...
... que prediga el amor, de cabeza hacia el suelo
una nube vendrá o estampidas de tiempo,
los ojos tendrán.

Fue preciso algo siempre y no fue porque
tú tenías lazos blancos en la piel.
Tú, tenías precio puesto desde ayer.
Tú, valías cuatro cuños de la ley.
Tú sentada sobre el miedo,
sentada sobre el miedo de correr.

Una buena muchacha de casa decente no puede salir.
¿Que diría la gente el domingo en la misa...
... si saben de tí?, ¿qué dirían los amigos,
los viejos vecinos que vienen aquí?
¿Qué dirían las ventanas, tu madre y su hermana
y todos los siglos de colonialismo español
que no en balde te han hecho cobarde?,
¿qué diría Dios, si amas sin la Iglesia y sin la ley?
Dios, a quien ya te entregaste en comunión.
Dios, que hace eternas las almas de los niños
que destrozarán las bombas y el napalm.

El derrumbe de un sueño
algo ha hallado pasando... resultaba ser tú.
Una esponja sin dueño
un silbido buscando... resultabas ser yo.

Busca amor con anillos y papeles firmados
y cuando dejes de amar...
... ten presentes los hijos,
no dejes tu esposo ni una buena casa
y si no se resisten, serruchen los bienes que
tienes derecho también, porque tú...
... tenías lazos blancos en la piel.
Tú, tenías precio puesto desde ayer.
Tú, valías cuatro cuños de la ley.
Tú, sentada sobre el miedo de correr.

Angie

Esta es una preciosa letra de una preciosa canción de The Rolling Stones.
¡Por demás recomendable para el oído!

Angie, Angie... ¿cuándo desaparecerán todas esas nubes?
Angie, Angie... ¿a dónde nos dejará todo esto?
Sin amor en nuestras almas
o dinero en nuestros bolsillos...
... no podés decir que la pasamos bien,
pero Angie, Angie... no podés decir que no lo intentamos.

Angie, sos hermosa... pero, ¿no es hora de despedirnos?
Angie, todavía te amo.
Acordate de esas noches en que lloramos.
Todos los sueños que tuvimos tan cerca,
todos parecen haberse esfumado.
Dejame suspirar a tu oído:
Angie, Angie... ¿a dónde nos dejará todo esto?

Angie, no llores así...
... todos tus besos siguen siendo tiernos.
Detesto esa tristeza en tus ojos,
pero Angie, Angie... ¿no es hora de despedirnos?

Sin amor en nuestras almas
o dinero en nuestros bolsillos...
... no podés decir que la pasamos bien,
pero Angie... todavía te amo querida,
adonde sea que miro, veo tus ojos.
No existe mujer que apenas se te parezca.
Dale, nena, secá tus ojos...
pero Angie, Angie... por lo menos estamos vivos.
Angie, Angie... que nadie diga que no lo intentamos.

martes, 24 de agosto de 2010

Espejos (o una noche de verano)

¿Podés cantar una canción
en una lengua que no existe?
¿Podés decir...
... lo que dice el silencio?
Quizás debiera saber
por qué estoy tan cansado... desenfocado.
No me dejes más
solo entre mis sombras. Yo
no sé de estrategias.

No quiero pensar en filosas palabras
para escupirlas con exactitud.
Quiero sacarme este dolor de cabeza.

No quiero saber lo que necesito,
quiero presentirlo.

Si yo fuera tu espejo,
estaría a tus pies este planeta.

¿Podés acaso agotar
un agujero en este océano?
¿Podés cambiar...
... así como cambia el viento?
Tal vez quisiera saber
qué hay detrás de tu sonrisa... de tanta prisa.
No me dejes más
solo en este cuerpo. Yo
no sé de creencias.

Si yo fuera mi espejo,
sería el fin de este planeta.

lunes, 23 de agosto de 2010

Si


El hombre del siglo XXI está aprendiendo
que no conviene pensar en otra cosa más que en sí mismo.
Todo lo demás es contraproducente 
 y poco aconsejable. 
Al hombre del siglo XXI no le importa ser explotado,
sólo quiere ser rico,  
sin dejar de ser caritativo. 
El hombre del siglo XXI no comprende que
todo lo bello alguna vez fue feo.

El hombre del siglo XXI es politeísta.
El gobierno es dios… la policía es dios… 
su empresa es dios.
Y dios es compasivo pero te quiere
de rodillas.

La violencia genera violencia y parece ser un buen negocio.
El terrorismo de Estado es barato en Latino América.
La policía nunca sabe nada, pero siempre gana.
Y la caridad lava todas las culpas,
se perpetua un modelo.

Si el pensamiento iluminara nuestra más oscura naturaleza,
si nos atreviéramos a ir más allá de nuestra mente y nuestro cuerpo.
Si las ideas resonaran como los tambores,
si las palabras formaran cadenas.

Para el hombre del siglo XXI el arte es un objeto sin valor
a menos que alguien le ponga un precio.
El segundo objeto con menos valor es él mismo.
El hombre del siglo XXI no busca la sabiduría, ni la verdad…
… una verdad aunque sea, una utopía…
… sólo busca una erección de una hora y media
para acabar en cinco minutos de todas formas.
Busca la felicidad del consumo,
el consumo de la felicidad.
Al hombre del siglo XXI solo le enseñaron a apagar el fuego con fuego.
Su sensación más recurrente es el miedo…
… a lo que sea.
El hombre del siglo XXI quiere progresar, pero no sabe cómo.
Nadie sabe ya adónde va ese progreso.
La peor tragedia del hombre del siglo XXI es tener tiempo libre.
La estúpida búsqueda de la eterna juventud,
la inmadurez como un estilo de vida.
El hombre del siglo XXI no se informa,
especula sobre las especulaciones de otros sujetos.
No sabe lo que quiere tampoco
porque está ocupado pensando en lo que le quieren vender.
El hombre del siglo XXI no piensa…
… y no soporta que los demás piensen.
Se ofusca, se irrita…
… El hombre del siglo XXI ve en el otro una amenaza permanente.
Compite en el sexo, en el trabajo, en la escala social.
Ya no tiene alma, ni deseos…
… solamente es un empleo esclavo.
La sensación del alma o cualquier cosa que se le parezca
nos remite a nuestra propia finitud e intrascendencia… el horror.
Nos deja en un estado de melancolía peligroso y rebelde.
El hombre del siglo XXI no valora su vida…
… ni la del otro.

Si el pensamiento iluminara nuestra más oscura naturaleza,
si las ideas resonaran como los tambores,
si las palabras formaran cadenas.

El hombre del siglo XXI todavía no quiere entender
que las mujeres son tan humanas como él… y no son parte
de una especie diferente.
Mientras tanto ellas tratan de escapar
del estigma de ser un objeto o un accesorio
para algún día llegar a ser consideradas igual de vacías
e idiotas que el hombre del siglo XXI.

Te vas

Me senté al piano para al final entender…
… mis nervios son las cuerdas.

Tengo esta sensación
de que hay alguien atrapado dentro de mí
y quiere salir; quiero gritarlo.
Quiero decir que sí,
pero es un no, más grande que tus ojos verdes.

Y todo indica
que ya no hay comunicación con mi cerebro;
no puedo hilar un pensamiento.
Todo va girando hacía algún punto,
excepto yo… Y voy a

romper todas esas reglas
que ya me anunciaste… no sé cuántas veces.
Quiero que sepas… ¡que sigo vivo!
Voy a desatar todo mi instinto, sobre vos.
No me reconocerías,
Te encantaría…

Voy a
volver de vos en pedazos.
¿Vas a quedarte para juntarlos?

… Hacés lo que decís o ¿en qué va a terminar?
Hacés lo que decís o… te vas.
Te vas.